CUARENTENARTE

Vivimos un momento complicado. No estábamos preparados para vivir una situación como esta. Al menos en Madrid. De la necesidad de expresar y aportar surge esta idea en una de las mañanas de confinamiento, fruto de dos mentes que no pueden parar de crear. Dos mentes que se encontraron por las calles de Madrid, dos mentes libres que crean, diseñan, pintan y fotografían y que gracias a diferentes técnicas pueden dar rienda suelta a su imaginación y mostrar sus inquietudes, miedos, parafilias y deseos.

Vean y disfruten de esta galería fotográfica surgida durante la cuarentena, un espacio que no podía llevar otro nombre que no fuera el de “Cuarentenarte”

San Corcobado

Minerva es la protagonista de esta sesión junto con otros actores principales: el bondage, la sensualidad, las luces y las sombras que crean los fetiches. San juega de manera maestra con los reflejos del látex y con las diferentes texturas que aparecen en estas escenas.

 

 

Parafiliarte

Quizás en este caso la presentación no sea tan necesaria. Durante más de 15 años llevo jugando con la luz. En esta ocasión presento una serie de retratos en los que la clave es el color, ya sea en un sutil reflejo bronce o en un estallido neón. Es primavera, estamos viviendo una época gris y veo como necesidad esta explosión de color como renacimiento.

Mamba

No sé cómo encontré su perfil en Instagram. Puede que le hiciera un tatuaje a alguien a quien yo seguía y en cuanto me metí en su perfil me quedé. Sigo a decenas de tatuadores. En parte por trabajo cuando me dedicaba a investigar sobre la criminalización del tatuaje y en parte por puro vicio.

Mi madre lo pasaba fatal con todo lo que tuviera la palabra tatuaje o piercing. Me dejaba hacerme lo que fuera en el pelo. Pero por favor, me decía, en la piel no, que la tienes muy delicada. “Que no he estado yo 9 meses cuidándote dentro de mí para que ahora tú te destroces”.

La respeté. Bueno, mentira, me hice unos piercing a escondidas y casi le da un yuyu. Las dilataciones tampoco le gustaban nada pero bueno. Algo tenía que aceptar. Pero sí que la respeté. Hasta el final. Dejé mi piel impoluta hasta que ella finalmente ya no estaba. Y sentí que había llegado el momento. Era un homenaje a nosotras. A nuestro universo. A lo que teníamos entre ella y yo. Madre e hija. Eso que nada ni nadie puede entender. Y tuve claro quién quería que me hiciera ese primer tatuaje. Mamba. Estuve nerviosa cuando le mandé el mail con la idea. Sentía el estómago hecho un nudo cuando iba camino de que me tatuase. Tantos meses esperando, sin conocerla en persona pero estaba convencida de que tenía que ser ella por lo que me transmitía. Y así fue.

A día de hoy volvería a dejarle mi piel para que me la pinchara. Para que me pellizcara y para que me abrazara. Aunque esto lo hace en la distancia. Ha conseguido que le tenga mucho cariño. Me ha enseñado mucho.

A ella. No es necesario decir que su obra me tiene completamente enamorada.

Como ella dice, “tatúate el alma, tatúate la piel”

https://www.instagram.com/_mamba/?hl=es